Camino de Santiago - 2025

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Dia 1 - Ruta Tui - O Porriño

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Comenzamos El Camino

Padre e hijo, con el ánimo por las nubes, comenzamos nuestro Camino en Tui. Allí, la vieira azul nos señalaba los 118 kilómetros que nos separaban de Santiago, un reto que aceptamos con una sonrisa de pura emoción. Con las mochilas ajustadas y el corazón ligero, cruzamos el puente que marca la frontera desde Portugal, listos para vivir la promesa del Camino Portugués.

El sol se convirtió en nuestro primer y más exigente compañero de viaje. Nuestra salida tardía, por unos problemas logísticos (¡había que llegar desde Cambados hasta Tui!), hizo que camináramos en pleno mediodía. Lo que empezó como unos pasos llenos de energía, se transformó pronto en una marcha lenta y sudorosa por senderos entre bosques de eucalipto y cruceiros de piedra. Los verdes y maravillosos paisajes gallegos ondulaban bajo el calor, creando un contraste entre la belleza que nos rodeaba y nuestro esfuerzo por avanzar.

Con el kilómetro, la fatiga hizo mella en nuestro buen humor. Las palabras escasearon y un comentario sobre el peso de la mochila o el ritmo de marcha hizo saltar la chispa de un breve enfado. Es la realidad del Camino: no todo es perfecto, y el cansancio a veces saca lo peor de uno. Pero el Camino, sabio como es, siempre ofrece una solución. Una sombra, un trago de agua compartido, y un gesto tan simple como que mi hijo me ofreciera probar su bastón, fueron suficientes para que la tensión se esfumara. Como suele pasar, todo se arregló, y para cuando avistamos las primeras casas de Porriño, el enfado ya era solo una anécdota que nos unía más que nunca.


¡La llegada a Porriño fue una liberación! Dejamos caer las mochilas y nos dedicamos a lo importante: poner fuerzas.Después de una ducha reparadora y un cambio de ropa, éramos hombres nuevos. Salimos a explorar y nos quedamos impresionados frente a la increíble fachada modernista del Ayuntamiento. Era la prueba de nuestro primer obstáculo superado juntos. La exploración nocturna nos deparó una grata sorpresa: dimos con un magnífico establecimiento, la hamburguesería de Fran. Allí, un camarero tan simpático como habilidoso, que practicaba magia, nos sirvió unas hamburguesas impresionantes y nos maravilló con un espectáculo de magia de lo más entretenido. ¡Se lo recomendamos a todos!

Aquella primera noche, saboreando la victoria del día, nos dimos cuenta de que esto era solo el prólogo. Estábamos intuyendo los magníficos lugares, las historias y las personas mágicas que nos esperaban en el tramo final hasta Santiago.